2/12/11

Hay quien piensan que están solos ante el acoso escolar, pero NO ES ASÍ. 
Yo se muy bien lo que es sufrir el acoso escolar y lograr salir, a igual que hasta que punto puede llegar a cambiar nuestra personalidad, gustos, formas... la vida.


A los 12 años, algunos compañeros, en broma, se burlaban de mí, no daba importancia, incluso me reía con ellos.
Pero lo que empezó como una broma, acabó siendo cada vez más serio.
En el momento que te adjudican un mote es cuando la cosa empieza a ser más seria.
Lo que empezaron 2 o 3 compañeros, se fue empeorando hasta llegar a tener a casi toda la clase metiéndose conmigo, riéndose de mí, acorralándome en los recreo, ignorándome, dándome de lado, malas caras...
Empecé el curso teniendo amigas, a los pocos meses, quienes creía mis amigas, eran de las primeras en acorralarme en el recreo, empujarme, provocarme, pelearnos.Aquellas a las que tenía como mis mejores, me daban de lado, me ignoraban.
Tuve que aguantar miradas de asco, por parte del resto de la clase.
Lo que más gracia hace es saber que, realmente, solo eran 2 o 3 chicos los que realmente me hacían la vida imposible, de quienes más insultos tuve que aguantar, por quienes llegaba a casa llena de hematomas y con la cara inundada por las lagrimas imposibles de ocultar. Esos chicos, resulta que tenían amenazada al resto de la clase con hacerles lo mismo o peor que a mí si se juntaban conmigo o me intentaban apoyar. 
Los profesores, me río yo de su labor. No se cuantas veces pediría ayuda y se me negó, cuantas veces sufriría el acoso de mis compañeros ante sus caras y acabaron mirando para otro lado. La máxima ayuda que recibí fue escuchar a un profesor decir - No le pegues- como si de niños pequeños se tratasen y con tono pasota, reacción: recibía más golpes que antes de pedir ayuda.
La tutora, incapaz de escuchar todas las versiones, ser justa con quien más lo necesita o de poner orden y ayudar a quien lo necesita y castigar a quien debe serlo . Nunca me preguntó ni sobre como me sentía, ante mi madre me hacía quedar como culpable, loca y agresiva. No es de extrañar que, llegado un momento, desatase mi cabreo hacia ella.
Cierto es que hubo uno o dos profesores que me intentaron ayudar, pero...
Cuando repetí, cambié el chip. 
Logré que me dejasen en paz. Dejé de hacer caso, empecé a defenderme, a ser más inteligente que ellos ( para algo esta la psicología y el emplear la verdad como escudo), volví a hacerme respetar y a hacer nuevas amistades que me ayudaron a creer más en mí.


Refiriéndome a cuanto puede cambiarnos el Bullying: 
Antes de empezar con todos los problemas que me causó, yo era una chica alegre, tímidica, pero sociable, me llevaba bien con casi toda la clase ( incluso con quienes, más tarde, se convirtieron en mis verdugos), confiaba en la gente ( desde mis amistades, familia o, incluso, en mí misma), era una chica gordita que se apreciaba tal cual y a la que no le importaba lo que pensasen los que le rodeaban.
Durante los años que aguanté el acoso de mis compañeros, desarrolle pánico escénico, me volví introvertida, desconfiada, anti- social, agresiva, pesimista, pasé por diversas depresiones que me llevaron a plantarme el suicidio, pero ¿ para qué? ¿ para llamar la atención? menuda tontería, si te quietas del medio ¿ de qué sirve si no vas a saber cómo ha afectado eso a la gente? No creía en mí, me sentía sola, incomprendida, un bicho raro. Apenas tenía ganas de comer, el qué dirán me invadió modificando todo de mí ( forma de vestir, de andar, de hablar, maquillaje, forma de pensar y actuar...) Me tocó madurar muy deprisa, me convertí en una chica muy directa, firme en decisiones, vengativa, realista, capaz de ayudar a los demás, pero incapaz de ser feliz.
Ahora, gracias a buenas amistades, novios, ayuda psicológica que recibí, gracias al apoyo de la  familia y demás, poco a poco he logrado salir adelante y volver ser aquella chiquilla alegre que había dejado atrás, he vuelto a lograr relajarme y sacar de vez en cuando algo de niñería, humor y optimismo. Creo, cada vez más, en mí misma; soy luchadora, por fin soy capaz de decir que soy feliz.
Lo que más me llamó la atención el último curso de la ESO fue escuchar a mis compañeros decir que todo cuanto me hacían era una broma, broma que solo les hacia gracia a ellos. Además, hubo una ocasión en la que rompí a llorar tras ver a compañeros defenderme por una vez en mucho tiempo y disculparse por todo el daño causado.
Para sobrevivir al Bullying solo hace falta una gran fuerza de voluntad y ganas de luchar pese a todo. Además, comprendí la frase de " un amigo, un gran tesoro", quienes realmente te aprecian y se paran a conocerte son quienes pueden ayudarte a levantar la cabeza y a sonreír.
Que nadie te diga que no vales, que eres menos que nadie, que te mereces todo lo malo que te pase. Que nadie te haga sentir inferior, te tiren por el suelo y haga que dejes de quererte. Como bien dije en la entrada anterior, Nadie tendría que  pasar por esto.
                                                     
La labor de los padres es hablar con sus hijos y explicarles lo que esta bien y lo que no. Nuestra labor como educadores es evitar que ocurra, prevenirlo, no girar la cabeza, saber como solucionarlo y saber escuchar. Si te pasa, deja escuchar tu voz; si lo ves, no vuelvas la cabeza; si piden ser escuchados, dedica un momento a saber cómo se sienten; si piden ayuda, pon medios o da consejos que sirvan.
Espero que os haya gustado y que aportéis algo, algún comentario o sugerencia. Hacer oíros y sereis escuchados. Gracias por dedicarme un momento.



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